La microbiota y las barreras del estómago y el intestino

INTRODUCCIÓN

En este trabajo trataré los aspectos críticos que deben soportar los microorganismos a través de todo el aparato digestivo y su dependencia de la dieta.

DESARROLLO

En esta ocasión os proponemos un viaje, el que va a realizar una bacteria típica de la microbiota a su localización soñada, tranquila y con abundancia de alimentos. Sin embargo, este tránsito a través del tubo digestivo no será fácil ya que se encontrará un medio inhóspito y agresivo que puede costarle la vida. La comida entra en la boca acompañada de estas y otras bacterias. Allí se mastica y va pasando por los distintos órganos que componen el intestino donde sufre digestiones progresivas hasta sus componentes fundamentales para que puedan pasar a la sangre y ser aprovechados por el organismo. Finalmente, lo que no se aprovecha se expulsa por el ano. No será un camino fácil…

Comienza el viaje al paraíso.

Los alimentos entran por la boca, donde ya comienza una ligera digestión, a través de la masticación y la salivación, que trituran y degradan lo que ingerimos. Es importante masticar cada bocado entre 10-40 veces para que los jugos gástricos con los que se encuentre el bolo alimenticio resultante, interactúen en mayor extensión. Este primer paso es fundamental para que el resto de la digestión se realice correctamente y ya que somos conscientes de hacerla, debemos prestarle la máxima atención ya que haremos que se provechen mejor los nutrientes y evitaremos molestias digestivas.

Se complican las cosas. La barrera del estómago.

El bolo alimenticio prosigue rápidamente su camino por el esófago hasta el estómago, donde el ambiente es muy ácido. Esta acidez ya se había comenzado a segregar previamente por estimulación nerviosa simplemente con el olor y la ingestión de la comida. La acidez y enzimas segregadas por este órgano prosigue la degradación, pero más eficaz, de los alimentos. Esta metabolización también se favorece porque el tránsito es más lento en esta zona y las paredes de este órgano se mueven, logrando una mezcla más homogénea con los jugos gástricos. Este ambiente tan extremo de pH representa la primera barrera importante que la bacteria probiótica debe sortear, ya que en él se mueren la mayoría de bacterias que arrastraban los alimentos.

La calma que precede a la tormenta. La barrera del intestino delgado.

Hemos pasado el primer inconveniente serio y nuestra bacteria ha salido indemne. El bolo alimenticio parcialmente digerido pasa a llamarse quilo y transita al intestino delgado. En su primera porción, duodeno, el pH sube y el ambiente para las bacterias supervivientes mejora. La superficie interna de esta zona tiene vellosidades que aumenta la superficie de contacto con el quilo para potenciar la absorción de los nutrientes suficientemente digeridos hasta entonces. Los demás, son atacados por los jugos pancreáticos y la bilis del hígado, que se enfocan más en los alimentos grasos y proteicos, e incluso los hidratos de carbono que no hayan sido degradados hasta entonces. En este punto, a la mezcla generada se la llama quimo. Cuando llegamos a la segunda porción del intestino delgado, llamada yeyuno, las proteínas suelen estar digeridas en sus componentes básicos, llamados aminoácidos, que pasan a la sangre. También se absorben aquí muchas vitaminas y minerales. Luego pasamos al íleon que constituye la última parte del intestino delgado antes de llegar al intestino grueso. En él ya se habrán degradado las grasas a sus componentes fundamentales, llamados ácidos grasos, que pasan a sangre para su aprovechamiento. Disueltas en estas grasas van las vitaminas liposolubles, colesterol y la vitamina B12. 

La luz al final del túnel.

Todo lo no digerido hasta el momento, sobre todo fibra, pero también el exceso de proteínas/ grasas no digeridas en su lugar preferente cuando se hacen dietas aberrantes en estos componentes, pasan al intestino grueso donde prosiguen su metabolización. Hemos llegado a la última zona del tubo digestivo y el tránsito se ralentiza mucho más, llegando incluso a las 72 horas de permanencia, antes de salir otra vez al exterior por el ano. Esta situación favorece y crea el medio idóneo para el crecimiento de una florida colonia de microorganismos que han llegado aquí salvando todos los inconvenientes que se les han presentado. Su función será la de ejercer labores de metabolismo sobre las sustancias que les llegan, por ejemplo, fermentar la fibra que usan como alimento, generándose a su vez sustancias indispensables para el organismo.

Las bacterias beneficiosas se localizan, en su mayor parte en esta zona, generando una protección adicional por competición puramente espacial, además crear un ambiente particular con las sustancias de su metabolismo que perjudica a las cepas patógenas. 

La composición de la flora en esta zona se ve influenciada enormemente por la dieta, ya que aquí llegan muchos nutrientes previamente digeridos y listos para usar. La fibra de la dieta es uno de sus alimentos preferidos, pero hoy en día escasea en nuestra alimentación, lo que perturba el equilibrio de la flora intestinal normal que, aun así, trata de adaptase a los nutrientes que les llegan. Se ha comprobado que la dieta occidental ha empobrecido la microbiota presente en el intestino, por la cantidad de alimentos procesados, desinfectantes y antibióticos que se consumen. Esta disminución de diversidad en la flora intestinal está originando un empeoramiento de la salud de sus portadores, incluso se intuye su implicación en patologías nuevas, pero este tema lo trataremos en otra ocasión.

CONCLUSIÓN

La flora intestinal de cada individuo ha tenido que soportar las inclemencias del ambiente de las partes del aparato digestivo por donde pasa, sobre todo estómago y primeras porciones del intestino delgado. Una vez llega a su localización más favorable, el intestino grueso, también tendrá que adaptarse a los componentes nutritivos que le lleguen y que dependen fundamentalmente de la dieta que tenga el individuo.

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